lunes, 17 de junio de 2013

Mariquita se llama mi amor II


Si ver una mariquita sobre una planta de berenjena me provocó tanto entusiasmo, imaginad lo que ha significado ver todo un ejército devorando pulgones sobre el ápice de una planta de calabacín. El pulgón ha proliferado dentro del invernadero y ahora lo hace fuera, como me temía, pero también es verdad que aquella solitaria mariquita anticipó la llegada de otras muchas, así que me propuse  tener paciencia para comprobar que el pulgón desaparecía sin más intervención.
Adiós al jabón de potasio y otros mejunjes de eficacia más que dudosa; adiós a los insecticidas de pelitre; adiós al pulgón. Efectivamnete: el pulgón había desaparecido por completo sólo un día después de hacer esa foto (que se deforma no sé por qué) en la que se ven cuatro mariquitas (aunque había muchas más) comiendo a sus anchas. Si no lo hubiera comprobado con mis propios ojos me mostraría escéptico en esto de la lucha biológica, pero a partir de hoy mismo soy un creyente total.
Por cierto, las mariquitas se han ido a otro sitio porque en el calabacín ya no hay condumio.
Ahora me preocupa la araña roja y la mosca blanca. La primera creo que ya está estropeando las tomateras del invernadero (que ya me están dando tomates) y la segunda no ha aparecido todavía, pero me temo que aparecerá, como el año pasado. Estoy probando con azufre en pòlvo. Ya contaré.

Mariquitas


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