lunes, 25 de marzo de 2013

El tamaño sí importa

Lo que voy a escribir a continuación  tiene sentido únicamente en caso de que hablemos de un huerto familiar sin ánimo de lucro, naturalmente. Es lo que podríamos llamar agricultura lúdica, pues aunque tenga su utilidad no vivimos de ella.
A muchos de nosotros cuando iniciamos nuestra andadura huertana nos asalta una duda razonable acerca del tamaño que debemos dar a nuestro huerto. Es normal, porque la improvisación marca la pauta y al principio el entusiasmo nos impide una planificación inteligente, pues queremos plantar de todo y lo de las cantidades no lo tenemos claro. El error más habitual es plantar más de lo necesario, y no me refiero a la variedad sino al número de plantones por especie. Las consecuencias no se hacen esperar: sobreproducción e imposibilidad de consumir las cosechas en el momento justo. Si lo producido admite algún tipo de conserva o congelación - en caso de que dispongamos de arcones frigoríoficos- entonces el error no es tran grave, pero en caso contrario tendremos que comer y cenar todos los días lo mismo, y es posible que acabemos aborreciendo determinadas hortalizas. La otra opción es regalar lo sobrante; quedamos bien y nuestras amistades lo agradecen; aunque a la larga no es este el camino, pues una cosa es que trabajemos nuestra huerta a gusto y disfrutemos con ello y otra cosa es que todo ese esfuerzo acabe siendo antieconómico.
Así que se impone la racionalización de recursos, aun sabiendo que la curiosidad y el placer de introducir nuevos cultivos nos obliga a disponer siempre de un espacio de reserva en los aledaños del huerto que ya tenemos en marcha.
No existe un tamaño ideal, pues depende del número de miembros de la familia, etc. Tampoco es lo mismo un huerto concebido y trabajado por  vegetarianos que un huerto para una familia omnívora. Y luego están los cultivos exigentes en metros cuadrados, como las sandías, melones, calabazas...
Pero en general, y doy fe de ello, con poco espacio es más que suficiente, y cuando digo poco digo poquísimo. Eso sí, el terreno debe estar bien estorcolado, mullido y profundo y con una estructura suelta. En ese caso la producción por metro cuadrado se dispara y es perfectamente posible aprovechar al máximo el espacio plantando las hortalizas bien juntitas. Si además se delimitan de forma fija las zonas para andar y moverse pues mejor que mejor.
Para cultivos de invierno, allá donde es posible, bastaría con 20 metros cuadrados que pueden albergar espinacas, acelgas, borrajas...En verano con 50 metros cuadrados es suficiente para tomateras, pimientos, berenjenas, judías, calabacines, pepinos...y si plantamos sandías, calabazas y melones pon otros cincuenta metros cuadrados más.
Resumiendo: el tamaño adecuado debe ser aquel que nos permita producir lo suficiente para el autoconsumo sin suponer ningún esfuerzo estresante. Ahorraremos trabajo, agua, desplazamientos ...y lo más importante: no desistiremos por hastío, ni nos agobiaremos por exceso de trabajo, que es lo que ocurrirá si cometemos el error de abarcar más de lo razonable. El sentido común dicta que los novatos vayamos poco a poco, introduciendo nuevos cultivos de una temporada para otra en función de los resultados y los conocimientos obtenidos; así siempre tendremos ilusiones nuevas y nuevos proyectos sabiendo que pisamos sobre seguro.
Ahí van algunas de mis experiencias: con quince tomateras a distancias de 30 centímetros (diez en el exterior y cinco en invernadero) nos sobran tomates; con dos matas de calabacín podemos acabar de calabacín hasta el cogote; tres matas de pepino dan para mucho gazpacho y ensalada; pimientos verdes -de los finos y alargados- nos pueden salir por las orejas con tres o cuatro matas (yo sólo pongo dos); las lechugas por tandas de veinte unidades me ocupan menos de dos metros cuadrados y no las podemos consumir todas antes de que se pasen; los pimientos de padrón no nos faltan en todo el verano con dos matas; dos plantas de sandía pueden dar hasta veinticuatro piezas, que no está mal; borrajas con dos o tres metros cuadrados sobra; rabanitos con uno; las judías verdes trepadoras no son mi fuerte porque les suele dar araña roja y me duran poco, así que no opino, pero como se conservan bien congeladas se pueden plantar unas pocas; las berenjenas que producen cuatro plantas son suficientes y requetesuficientes a no ser que queramos que se nos ponga cara de ídem;  y no sigo por no aburrir, pero creo que ha quedado claro el mensaje: si nos pasamos hacemos el primo y hacer el primo no es saludable ni en el campo.

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